jueves, 16 de diciembre de 2010

SIN VERGÜENZA

El accionar humano se mide o evalúa mediante los resultados que va acumulando a través del tiempo. En el caso de la actividad político-administrativa de un gobernante, se mide por el grado de mejora en la calidad de vida de la población que producen sus decisiones y avances en la conducción de la vida pública. De esta manera, luego de 12 años de su llegada al poder los revolucionarios se encuentran en una encrucijada que parece encapricharse en colocarlos frente a frente con su discurso, mostrando sin compasión, la miseria en que se encuentra la nación luego del período revolucionario. La comparación con los gobiernos que le precedieron es desfavorable en casi todos los parámetros a excepción del gasto social. Sin embargo, el gasto social queda en un limbo si no se invierte en enseñar un oficio y crear las oportunidades para que dicho oficio pueda ser ejercido, creando riqueza para mantener al beneficiado y aportar al pote de la nación, permitiendo que se complete y continúe el ciclo de mejoramiento de la población. Por ahora lo que se ha hecho mayormente es aumentar la carga burocrática sobre el estado, incorporando a los beneficiados de las misiones educativas en programas o proyectos sostenidos por el presupuesto nacional, para que no se desilusionen de la revolución y dar la sensación de avance. El problema radica, en que tal como lo señala el postulado fundamental de la Economía, los recursos que se asignan para una actividad automáticamente se les niegan a otras, debido a la relación recursos escasos o finitos versus incontables necesidades por satisfacer. Quizás en este hecho básico y elemental se encuentra la explicación a la gran interrogante que tienen los venezolanos hoy en día ¿Qué pasó con los 990 mil millones de dólares que no se le ve queso al tostada? La respuesta es sencilla, simplemente se ha invertido en medidas y programas populistas que no visualizaron el ciclo de la creación de riqueza, dando lugar a procesos que consumen recursos pero que no crean riqueza ni aportan nada a la nación. Es decir, se aumenta la carga sobre el presupuesto nacional comprometiendo el dinero, mientras se resta flexibilidad y margen de maniobra ante las eventualidades y emergencias. En repetidas oportunidades en los dos últimos años, el primer mandatario ha cuestionado que haya personas con trabajo y capacidad de pago, a quienes se les ha otorgado vivienda, pero no se han implementado los planes de cobro para recuperar la inversión y darle continuidad al ciclo. La “maniobra” administrativa de fijar el precio del barril en 40$ durante los años 2009 y 2010, debe haber generado cerca de 34 mil millones de dólares que en forma conservadora se destinarían para fondos de emergencia, para cuando llegaran las vacas flacas u ocurrieran imprevistos. Esa cantidad de recursos hubiera alcanzado para construir más de 970000 viviendas a un costo de 150000 Bsf c/u; evidentemente, en el país no hay capacidad para hacer esa cantidad de viviendas en dos años, pero los recursos deberían estar ahí posibilitando cualquier plan de contingencia. Sorpresivamente, quien se decía estar blindado parece haberse convertido en un imán para las desgracias y hoy debe recurrir a las mismas medidas que tan fuertemente le criticó a las administraciones que le precedieron, aumentar el cobro de impuestos mediante la modificación de la alícuota del IVA. Lo contradictorio o quizás deba llamarse “revolucionario” en este caso, es que con un precio del petróleo en ascenso se recurra a dicha medida sin prurito o vergüenza alguna. En el pasado, se recurría a dicha medida pero con precios mucho más comprimidos y en tendencia a la baja; pero como dice el dicho, la lengua es castigo del cuerpo y hay que tener la caradura y bien lavada, o mejor dicho bien maquillada, para presentarse en cadena nacional sugiriendo esa medida como paliativo al desastre climático. Los que gozan de buena memoria recordarán que en Marzo –Abril 2009 se hizo un incremento de 3 puntos en el IVA para compensar la caída del precio del barril petrolero. Luego el precio comenzó a repuntar, pero el IVA nunca regresó a su antiguo valor. No conforme con eso, ahora le quieren aumentar 2 a 4 puntos más sin que nadie presente una relación detallada de las cuentas, para saber que se hizo con el dinero o que pasó con los famosos fondos o el dinero bajo el colchón. La realidad nos muestra que los fondos no llegaron ni a hilo. El país que se ufanaba de haberse desenganchado de la locomotora del capitalismo, es el que ha sido más duramente golpeado por la crisis que se atribuye al mencionado sistema y el que ha tardado más tiempo en recuperarse, a pesar del comodín petrolero que no poseen el resto de los países del continente. Sí se suma la inflación, que muchos consideran un impuesto perverso, con la alícuota del IVA, seríamos el país con la mayor presión tributaria de la región (casi 40% sin contar el incremento que se propone), lo cual, pone en entredicho los postulados revolucionarios de equidad y justicia social. Ante ese escenario y dada la proximidad de la fecha de vencimiento del período presidencial, hay que preguntarse por la pertinencia de los criterios que se han venido esgrimiendo en los últimos años como los más idóneos para conducir la nación. No se trata de insensibilidad ni de dureza de corazón para con nuestros semejantes en desgracia. La solidaridad del venezolano es a toda prueba y se ha manifestado efectivamente en incontables ocasiones. Se trata de que el administrador de la gestión revolucionaria, debe presentar sus cuentas claras a los electores, detallando que se ha hecho con los recursos que iban para los fondos especiales; así como responder, como se explica que sí el sistema capitalista está en crisis, sea el gobierno socialista el que se queda sin recursos, mientras las empresas capitalistas cada día son más “presionadas” para que con sus recursos se puedan superar los tropezones del comunismo del siglo 21. No se deje engañar ni seducir por palabras bonitas o melodramas sentimentales, los problemas no se arreglan con cuentos simpáticos y dicharacheros. Se arreglan con eficiencia y eficacia en la administración de los recursos para transformarlos en obras al servicio de la población, receptividad a las críticas y por sobre todas las cosas disposición a rectificar. Eso no puede lograrse de manera sectaria o entre aplausos sumisos.

La pregunta: ¿Tendrá Ña Florinda las credenciales para ser Procuradora?

No hay comentarios:

Publicar un comentario