lunes, 13 de diciembre de 2010

REVOLUCIÓN FARISEA

El término revolución ha sido definido históricamente como el cambio de las estructuras sociales, políticas y económicas de una nación de manera violenta, lo cual, forzosamente no excluye que pueda existir una tentativa de hacerlo de manera pacífica. Lo importante, es que dentro del cambio de las estructuras yace implícito la evolución hacia algo superior, capaz de llevar a la población hacia un nivel de vida superior, que ahora en nuestra época implica la viabilidad y sustentabilidad en el tiempo. Esa actualización de los conceptos, junto a la falta de creatividad e imaginación de parte de los pseudorevolucionarios criollos es el cáncer que carcome la revolución fariseo bolivariana, que se ha limitado a copiar las ideas del pasado e intentar sacar rédito de ellas. Ignorar que el mundo ha cambiado y la forma como esos cambios afectan a los cambios en las estructuras que deben ser realizados, es avanzar hacia el fracaso destruyendo cosas que pueden ser de utilidad y construyendo anacronismos y/o antagonismos innecesarios, que no aportan nada positivo al bienestar de la ciudadanía. Es una constante que las revoluciones se basen en luchas que tratan de reivindicar los derechos de libertad, de igualdad y de equidad; pero, ¿quien define a cada uno de esos derechos? Asumir que lo define el grupo que detenta el poder, es incurrir en el error de la prepotencia, pues esos valores deben surgir del consenso de la población, ya que nadie le puede imponer a otro lo que es libertad, o lo que es igualdad o equidad. Esto último en si mismo sería una contradicción o limitación de los derechos mencionados, p ej., si alguien le dice que es libertad usted pierde su libertad para definir dicho valor o al menos para expresar su parecer al respecto, simultáneamente lo estaría colocando en una situación de desigualdad e inequidad subordinando su opinión y su oportunidad de participar en la definición a la de la otra persona. En resumen, para no entrar en profundidades filosóficas ajenas al objetivo que se persigue, se trata de valores universales que como tales deben tener la amplitud necesaria para reflejar el parecer de la gran mayoría de ciudadanos, pero enmarcados en límites para no menoscabar los derechos de los demás, al menos no malintencionadamente y sin fundamentos. De acuerdo a esa premisa, la libertad pudiera definirse como el derecho a hacer el libre albedrío, limitado a no perjudicar a terceros de manera intencionada y sin elementos sólidos de sustentación. Así se abre espacio a la libertad de expresión y de conciencia, el ser humano puede opinar y plantear sus observaciones solamente sujeto a la existencia de elementos probatorios que apoyen su punto de vista. Es decir, los medios de comunicación no deberían ser censurados al emitir opinión, siempre y cuando tengan elementos que sustenten su posición, independientemente de que favorezcan, perjudiquen o contradigan a los gobiernos. La actuación del ejecutivo ante la emergencia planteada en las diferentes zonas del país por las lluvias, desnuda su falta de respeto por los derechos de los demás y la poca valoración del raciocinio de los venezolanos. Falcón, Miranda y Nueva Esparta comparten la categoría de estados turísticos, sin embargo, las medidas ordenadas no han sido iguales en ellos porque en Miranda se ordenó la ocupación de hoteles y casas de “los ricachones” mientras que en los otros dos no. ¿Será acaso que en Falcón ni en Nueva Esparta había hoteles con los cuales tomar las mismas providencias? La experiencia indica que obviamente siendo zonas turísticas poseen hoteles, lo cual negaría esa motivación diferencial; incluso hay el agravante de que en Nueva Esparta se expropió hace poco un hotel 5 estrellas por razones de utilidad pública, pero no se ha puesto a disposición como si se hizo con los de Miranda. ¿Hubo alguna intención de crear a Capriles y a Morel una situación conflictiva durante la emergencia? Sí el hotel expropiado en Margarita es una modalidad de propiedad social o de todos, ¿qué razón evita que se le de la utilidad pública que se le atribuyó, usándolo para albergar a los damnificados? A primera vista parece una oportunidad que viene como anillo al dedo para poner en práctica los postulados de la “revolución”. El trato diferencial, ¿Tendrá algo que ver el calificativo de presidenciable que le endilgan a Capriles? O más bien, ¿es consecuencia de la postulación que le hizo Julio Borges para la silla presidencial? Lo cierto es que ese tratamiento diferencial de la emergencia crea muchas suspicacias. Mientras tanto, en los bastiones revolucionarios más de uno (a) se ha rasgado las vestiduras despotricando de la insensibilidad ante la crisis, debido a las quejas de irrespeto hacia la propiedad privada, lo que me lleva hacia la segunda palabra del título de este artículo, farisea. Esa expresión describe la conducta de un grupo de voceros de la religión que carecían de correspondencia entre lo que predicaban al pueblo y la forma como procedían. En dos platos, la incoherencia entre la palabra y la acción, que se aplica perfectamente al trato diferencial que se ha adoptado durante la emergencia. Los que defienden de palabra la propiedad social muestran un accionar poco congruente con la prédica, cuando dejan pasar la mejor oportunidad que se les ha podido presentar para ponerla en práctica. Incluso, se desautorizan moralmente con esa conducta dual, adicionalmente a que desdicen su origen bolivariano, pues mientras El Libertador impulsó su defensa de la libertad de los esclavos libertando inicialmente los propios para dar el ejemplo y tener moral con la cual exigir a los demás, los nuevos bolivarianos prefirieron usar los hoteles de otros o instalaciones no adecuadas, en lugar de dar el ejemplo poniendo los hoteles en poder del estado al servicio de los damnificados en un ejemplo claro de fariseísmo. Disimular ofreciendo Miraflores, el Sambil o la cuadra de los soldados que mal que bien no están mejor diseñados para esa función que el Alba Caracas u otros hoteles en manos del estado, no es más que populismo del más barato y la gente lo resiente en su necesidad y la precariedad de su situación.
Retomando la transformación de las estructuras que se propone la revolución, nos encontramos con un asombroso parecido entre lo que se critica y lo que se hace; mientras durante la administración chavista han llovido duras críticas hacia lo que fue AD y sus gobiernos, la ejecutoria no puede revelar mayor similitud: las doce tribus en el sistema judicial, muy similares con la designación provisoria de jueces y el compromiso de militancia política con slogans y todo en el TSJ, o la conducta avasallante de la AN aprobando leyes a golpe y porrazo, que asemeja los congresos adecos cuando se pasaba la “aplanadora”, o la amenaza de allanar la inmunidad parlamentaria a los diputados recién electos con el argumento de que la cuarta república lo hizo con los diputados comunistas a principio de los 60. En el 98 se votó por un cambio, no porque se reprodujeran los vicios del pasado. Que la cuarta república haya cometido errores no es aval para que puedan repetirse ahora de manera acomodaticia y conveniente, mucho menos digno de imitación por una revolución que se vanagloria de humanista, justa y democrática. Los venezolanos aspiramos a cambios de las estructuras que permitan que los más capaces y útiles a la patria ocupen los cargos de liderazgo, no que se repartan entre amigotes, compinches y admiradores. Aspiramos a una discusión amplia y sólida de la situación del país para que se tomen decisiones en función de las oportunidades potenciales, en lugar de obedecer líneas de mando indiscutibles. Aspiramos a un diálogo franco y fructífero entre los sectores de la nación que permita definir el país posible para todos, en lugar de la perorata sin fin impulsada por el miedo y la falta de confianza de líderes que le temen al debate abierto de las diferencias. Por ahora, la revolución derrocha muchos de los defectos que se afanó en criticar en sus adversarios: autoritarismo, corrupción, ineficiencia por nombrar solo tres y carece de las bondades de que intenta presumir: tolerancia, participación, libertad, igualdad y equidad degenerando hacia una revolución farisea cuyo discurso es muy bonito y atractivo, pero cuyas acciones demuestran fehacientemente la falta de compromiso con los principios del humanismo como la libertad, el respeto por los demás y la receptividad a la crítica. Finalmente, el ejecutivo desbordado por el desastre de las lluvias ha expresado su deseo de solicitar una habilitante para lidiar con ella, lo cual, dado las sospechas que despierta pudiera trabajarse en función de una camisa de fuerza que limitara dicha habilitación a temas estrictamente relacionados con la emergencia como: aprobación de recursos para el sostenimiento de los damnificados en el corto y mediano plazo, condonación y refinanciamiento de productores que hayan pedido sus cosechas, promoción y articulación de las obras de infraestructura vial e hidráulica afectadas, Dinamizar el sector construcción, políticas de incentivos para las reubicaciones en zonas seguras, etc. Los ciudadanos no deben perder de vista que el gobierno llegará hasta donde lo dejemos llegar y en nuestras manos, con nuestro poder de compra, tenemos un arma valiosísima e indestructible para mostrar nuestro rechazo al sistema comunista de manera pacífica pero contundente, no demandando productos de empresas expropiadas sin el debido proceso.

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