martes, 3 de noviembre de 2009

EL SOCIALISMO PETROLERO

Cuando se producen cambios o rupturas en la continuidad de la vida política y económica de un país, generalmente se hacen basados en algún ideal o principio filosófico. Desafortunadamente, ese no ha sido el caso venezolano en el que se ha tratado de implementar una revolución llamada socialismo del siglo 21 soportada no en un marco ideológico sino en la renta petrolera, de allí que sea más conveniente llamarla socialismo petrolero. Obviamente, toda revolución necesita los matices del romancero clásico: justicia, igualdad, amor, equidad, etc. para despertar el entusiasmo de las clases más oprimidas, excluídas y socialmente desasistidas; sin respaldo popular no hay revolución posible. Para darle forma a ese formulismo se nos ha hablado del árbol de las tres raíces, del marxismo, de las sociedades aborígenes y sus sistemas de colectivismo, etc. Pero toda la retórica, el tiempo y los recursos invertidos en ello no aguantan el más débil escrutinio o análisis porque es una escenografía hueca que posee forma pero cuyo contenido no aparece por ningún lado. No hay fondo ideológico, no hay sustancia filosófica ni principios rectores, todo se reduce a sacar provecho de la manipulación de las necesidades del ciudadano en aras de acumular y mantener el poder político. Simón Rodríguez maestro del Libertador postulaba la educación como forma de templar la fibra moral y ética de los ciudadanos y como medio de enseñar un oficio mediante el cual se pudieran ganar el pan para sus familias. La revolución petrolera con su indumentaria de socialismo ha implementado misiones educativas que si bien es cierto han enseñado a leer y escribir y han dado alguna formación sociopolítica y académica, no han enseñado un oficio ni han permitido la formación de un nuevo ciudadano probo, productivo y eficiente. La prueba más contundente es el bajo desempeño de las formas organizativas y asociativas de producción que ha creado la revolución. Ezequiel Zamora cabalgaba bajo el lema de tierras y hombres libres, pero sus presuntos seguidores no han logrado poner a producir en forma eficiente ningún centro agrícola. En lugar de liberar a través de la educación y la dotación de tierras, lo que se ha hecho es crear una dependencia absoluta y feudal del gobierno para que dichas actividades a duras penas se mantengan a flote a pesar de los recursos que se les han asignado. Nuestro Libertador predicó con el ejemplo de honestidad y transparencia en el manejo de los recursos así como con su abnegado, constante e indomable esfuerzo para triunfar a toda costa y en todo trance, llegando a arriesgar sus bienes personales en pro de la gesta libertaria que inflamaba su corazón. Sin embargo, sus pichones de émulos se han visto enredados en toda suerte de manejos irregulares de los dineros del erario público, en toda clase de decisiones que rayan en la arbitrariedad y el autoritarismo, por no hacer referencia a parcialidades y favoritismos hacia sus familiares y acólitos que resienten el espíritu de justicia social y la reserva moral de la institucionalidad. Si se intenta explorar el contenido marxista de la revolución, casi inmediatamente se tropezará con una clase trabajadora llena de inconformidades, quejas y protestas por el deterioro de su calidad de vida y la perdida de beneficios conquistados a través de las convenciones colectivas y que ahora o son desconocidos o tienen atrasos importantes en su cancelación. En pocas palabras, una revolución marxista intentada para combatir la explotación del hombre por el hombre, se encuentra cuestionada por una buena parte de la clase trabajadora que pretendió defender. Ni hablar del contenido humanista que si bien es uno de los aspectos donde ha mostrado algunos resultados, no dejan de ser alegría de tísico ante el descomunal avance de la delincuencia y el descarado nivel de inseguridad personal reinante, tanto en la capital como en los estados ubicados en las adyacencias de la frontera colombiana. Es imposible e inverosímil hablar de humanismo mientras impera el más grosero irrespeto al derecho a la vida y hay una incapacidad manifiesta, evidente y reiterativa para imponer el orden y acatamiento de la legislación vigente. La organización de los pobres en manadas o jaurías rojas para invadir y arrebatar bienes ajenos mediante la manipulacoión de sus carencias con ofertas de entregarles empresas, dotarlos de viviendas o defender la revolución no puede ser consecuente con la doctrina humanista. Algo similar ocurre con el cacareado respeto a la soberanía nacional, que se ve burlado por decir lo menos con los ataques de grupos irregulares perpetrados en los últimos días en las zonas fronterizas y con los ataques a autoridades militares tanto en la frontera como en la capital del país. Este recuento pone en evidencia un discurso hueco que durante casi 11 años ha sido altisonante a lo interno con medidas muy severas y críticas contra los adversarios políticos desarmados, pero que parece derretirse como mantequilla al sol cuando se trata de combatir y reducir enemigos armados y violentos que actúan impunemente hasta en la misma capital de la nación.
Mención aparte merece la relación contra natura que mantiene el socialismo del siglo 21 con su archienemigo la primera potencia mundial USA. A través de ella obtiene su principal fuente de ingresos a pesar de la incoherencia que significa tener como principal cliente al llamado “imperio” mientras se pregona el desprecio a ultranza por el pensamiento y accionar capitalista. La forma de vida del capitalismo es motivo de crítica y sorna para los revolucionarios, pero el dinero que proviene de ella es bienvenido para mantener las apariencias de una revolución que avanza a paso de vencedores. Análogamente es como criticar, condenar y perseguir el narcotráfico y la trata de blancas, pero usar los recursos provenientes de esas actividades para poner la comida en la mesa de la casa. Esa ambigüedad moral ha sido la causa principal de la degeneración ética y filosófica del llamado nuevo socialismo hacia el socialismo petrolero. Sólo la renta petrolera ha podido financiar tanto dislate y tanto proyecto sin frutos a lo interno, sin embargo, luego de dos quinquenios de la cuarta la revolución no ha logrado echar raíces y luce endeble y frágil cual criatura recién nacida, debido a la falta de visión y capacidad para desarrollar el país. Pareciera que existe algún temor o inseguridad en preparar y formar a la población para que labre su propio destino, porque esa independencia y liberación acabaría con la práctica despreciable y obscena que permite manipular las conciencias de los habitantes a través de sus necesidades más elementales: comida, educación y salud para provocar división, segregación y negación de los adversarios como forma de erigirse en alternativa única para la solución de los problemas sociales. Los socialistas de parcho en el ojo, lorito en el hombro y franela roja no han mostrado la capacidad y el ingenio para crear riqueza y distribuirla de una forma digna hacia la población. Hasta ahora o por ahora, se han dedicado a otorgar dádivas y subsidios sin preocuparse de la sustentabilidad en el tiempo de dichas medidas y sin evaluar el efecto paralizante que su discurso y accionar tiene sobre el aparato productivo de la nación, potenciando a mediano plazo el incremento geométrico de la carga social sobre el estado, que si bien es cierto le da poder político pudiera llevarlo al colapso mientras no cuente con elevados precios petroleros y abandone su política de donaciones hacia sus satélites para mantenerlos a flote. La situación actual no sólo es preocupante sino desesperante, aumentar la productividad con racionamiento eléctrico no parece coherente y sin lograr ese objetivo no es posible controlar el “diablillo” de la inflación; el racionamiento del agua atenta contra la recuperación del sector salud porque relaja las normas de higiene personal y de las comunidades, creando condiciones de caldo de cultivo para cualquier brote infecto-contagioso. Estando la AH1N1 en el ambiente, el dengue en aumento y gran parte de los centros asistenciales desabastecidos e inoperantes, cualquier descuido puede generar una calamidad en la salud pública. Aunque se avecina un evento político electoral importante, no es momento para el sectarismo y la mezquindad política, hay que sobreponer el interés nacional para visualizar cursos de acción que consideren distintos puntos de vista, generen consenso y puedan coordinarse con la participación de todos los sectores de la vida nacional

No hay comentarios:

Publicar un comentario