lunes, 19 de octubre de 2009

ENTENDER LA REALIDAD

Cuando se ha disfrutado de posiciones de poder y se han perdido súbitamente mientras emergen nuevos liderazgos, se produce un fenómeno comparable al estar perdido en un lugar desconocido. Hay un quiebre en los paradigmas y supuestos establecidos o conocidos hasta entonces, los cuales dejan de ser validos ocasionando que los viejos lideres pierdan su capacidad de analizar el momento y por ende su conexión con la realidad y los electores. Quienes en el pasado se acostumbraron a períodos de alternancia, en los cuales el partido que no satisfacía las expectativas de la población recibía el voto castigo en la próxima consulta electoral, se hayan ahora confundidos y no logran descifrar el nuevo panorama que tienen al frente, donde sus adversarios sin tener gestiones aceptables han logrado continuidad en el ejercicio del poder. Lo que ha sucedido es que mientras los partidos tradicionales se han mantenido en posiciones soberbias y prepotentes asumiendo que el tiempo le iba a pasar factura a su rival, éste ha ido moviendo el piso y cambiando las reglas de juego paulatinamente creando un nuevo campo o territorio de batalla desconocido para aquellos y por tanto incómodo y en algunos casos hasta hostil. Es como llevar a una ballena a pelear fuera del agua o llevar a un león a pelear en el aire. Quien era fuerte y prácticamente invencible en un ambiente queda patéticamente indefenso con el cambio de las condiciones en el tablero de juego. La nueva realidad imperante necesariamente obliga a cambios adaptativos que permitan la subsistencia exitosa en el nuevo escenario de competencia, la unidad perfecta es uno de ellos; para ello se requiere desprenderse de los esquemas mentales que dieron fruto en el pasado y han quedado obsoletos ante los nuevos cambios y sustituirlos por nuevas formas de pensamiento para interpretar la realidad que los rodea. Los aspirantes a dirigir los destinos de la nación deben poseer en grado de excelencia las siguientes cualidades: sensibilidad social para empatizar con las necesidades de los electores, capacidad de realización para plasmar los sueños en soluciones concretas, oportunas y adecuadas junto a la fibra ética y moral suficientemente sólida para el manejo prístino y eficiente de los dineros del erario publico sin caer en las tentaciones de la riqueza fácil producto del despilfarro de los dineros de la nación. Ese cambio filosófico hacia un cuido celoso y estricto de los recursos del país es fundamental para el logro de la satisfacción de las necesidades de la población y solo puede ser llevado a cabo a través de propuestas legales para regular, supervisar y controlar el gasto y la inversión de los recursos de la nación dándole transparencia, notoriedad mediante comunicación oportuna y distintos puntos de chequeos tanto por la ciudadanía como por los entes investigativos y contralores del estado. Ejemplo de ello pudieran ser inspecciones periódicas integradas por miembros de las comunidades y empresas competidoras participantes en las licitaciones para hacer seguimiento al avance y ejecución de los proyectos combinado con la imposición de fuertes multas y penas carcelarias a los infractores. Cada bolívar mal invertido, derrochado o robado es un bolívar que se quita a los planes de salud, educación, seguridad y vivienda de todos, por lo tanto nos debe doler e importar a todos. De momento los nuevos bolivarianos o bolivarianos modernos no han demostrado el desprendimiento del padre de la patria cuya doctrina dicen seguir. Mientras el Libertador usó recursos personales y de su familia para financiar la epopeya libertaria muriendo en la ruina y con la camisa rota, sus nuevos discípulos han acumulado posesiones materiales en un cambio diametralmente opuesto al de quien se ufanan en seguir ideológicamente, llegando al extremo de fincas con entradas asfaltadas mientras sus compatriotas padecen vialidades repletas de huecos. La conducta es tan evidente que recientemente el primer mandatario fustigó a los militantes de su partido por el escaso aporte de su propio peculio a las finanzas del mismo. Estos últimos hechos vienen a reforzar la impresión de que si bien la revolución logró un vínculo emocional con la población, no ha contado con la capacidad para resolver los problemas ni posee la fibra ética y moral para la administración honesta de los bienes nacionales. Actitudes como las mostradas por la Asamblea Nacional donde se han negado investigaciones a presuntas administraciones dolosas de exgobernantes de la tolda roja rojita, de los maletines con dólares y hasta de problemas agobiantes para la población como la crisis de la salud, la inseguridad y la electricidad, demuestran la catadura moral de la mayoría de sus integrantes. Su actuación cómplice y complaciente raya en lo grotesco permitiendo que los países vecinos a quienes hacemos cuantiosas donaciones y ayudas disfruten de beneficios a los cuales no pueden acceder los venezolanos. En pocas palabras, la revolución ha perdido la brújula en su sobredosis de poder colocándose en una posición de vulnerabilidad que abre las puertas de la oportunidad para los líderes democráticos con genuina vocación de servidores públicos. Entendiéndose estos últimos como aquellos que vienen a servir a las comunidades, es decir, a solucionar sus problemas y darle prioridad a la mejora en la calidad de vida de sus habitantes y/o electores. La base de ese sentimiento de contribución, de aporte a la comunidad, de ayuda a nuestros semejantes es el amor al prójimo y ese sentimiento es el que puede llevarnos a la reconciliación nacional para construir la unidad verdadera. Quizás para los líderes de organizaciones políticas que en el pasado jugaron papeles protagónicos y estelares resulte incomprensible esta nueva realidad y por eso siguen apegados a esquemas de pensamiento que dieron resultado hace 10 o 15 años pero que han dejado de ser validos. El nuevo líder tiene que ver la política como un apostolado de servicio a los demás y no como una oportunidad para ocupar altos cargos y responsabilidades en provecho personal. Tiene que evaluar su éxito en función de la mejora y desarrollo de sus coterráneos tanto en sus condiciones de vida como en sus habilidades y conocimientos para levantar y sostener sus familias. Es tratar de llevar la nación o colectivo a donde quisiéramos ir de manera individual, es posibilitar y potenciar el éxito para todos y satisfacernos del triunfo de los demás que conlleva a avances de la comunidad. Obviamente, subyace implícita la flexibilidad para aceptar nuevos enfoques y puntos de vista, así como el desprendimiento para aceptar el paso de un papel protagónico a una caracterización que refuerza y da sentido a la trama cobrando importancia situacional, pero siempre compartiendo el peso de la responsabilidad como lo hacen los integrantes de un equipo deportivo. En algunos casos el juego lo salva el arquero, en otros es un defensor o la genialidad de un delantero, pero sin el esfuerzo coordinado y organizado de todos no habría equipo. Si los dirigentes democráticos logran comprender esta nueva realidad y son capaces de dejar de lado sus diferencias personales por una fuerza mayor de amor a la comunidad, al país y sus habitantes habremos encontrado el camino hacia el cambio que la nación exige y se estará dando una importante señal al grupo de abstencionistas e independientes, que necesitan una alternativa seria, confiable, amalgamada, clara, amplia, plural y capaz de asumir el compromiso de una transición sin uniforme de parcialidad política dispuesta a anteponer el interés nacional de un cambio que rescate la imparcialidad de la justicia, el balance e independencia entre las instituciones del poder nacional, la tolerancia, el respeto por los ciudadanos y cree un marco de seguridad y confianza a las inversiones y la actividad productiva. Una dirigencia que no es capaz de ceder en sus posiciones para acordar con otras fuerzas, difícilmente encontrará credibilidad en su oferta de unidad y tolerancia hacia sus electores; sin inspirar esa confianza no habrá caudal de votos en las urnas. Hay que tomar el ejemplo de desprendimiento que da el amor familiar donde los padres dejan de usar, consumir o comprar cosas en beneficio de los hijos o por hablar en términos genéricos de los mayores que sacrifican aspiraciones y gustos en función de los mas jóvenes que son los mas débiles y desvalidos del grupo familiar. Sin ese gesto de confianza y compromiso ninguna propuesta generará entusiasmo y pasión en los independientes. No se les puede pedir un salto en el vacío, no se les puede pedir que den un paso en la oscuridad hacia lo desconocido. Hay que plasmar un sueño posible con los agentes y actores capaces de hacerlo realidad. El momento de los habladores pasó, llegó la hora de los hacedores. La revolución carece de ellos, su baja capacidad de realización lo ha puesto de manifiesto. Cada segundo cuenta para definir el nuevo ideal de país y detallar el como hacerlo posible con el concurso de todos. La decisión básica es el cambio hacia una economía productiva y transformadora, que genere los puestos de trabajo para el crecimiento social y económico de todos sus habitantes, con programas de apoyo social temporal a las clases mas débiles que deben ser ayudadas mientras adquieren las habilidades y conocimientos necesarios para acceder a las oportunidades y fuentes de trabajo que genera la dinámica productiva de la nación. Esos programas sociales son responsabilidad de todos bien de forma directa a través de voluntariado, bien de forma indirecta mediante fondos o impuestos que garanticen el sostenimiento de los mismos en el tiempo. Con una oferta creíble comunicada mediante un mensaje crítico, claro y esperanzador no hay independiente que se resista ni dignidad que no florezca ante el trato justo y equitativo. Condición necesaria es dejar el miedo, la desidia, la indiferencia y la flojera para poner en evidencia todos los desaciertos de la revolución y sus niveles de escandaloso incumplimiento de las ofertas electorales. Es tiempo de cambiar, el primer paso es la AN aprendamos del error en 2005 y las consecuencias de aquella no participación o abstención y participemos activamente en la conquista de la mayoría parlamentaria requerida para establecer las condiciones que propicien y estimulen la economía nacional. Hay que acabar con la estrategia perversa que niega recursos a las regiones, a las universidades, etc. con el burladero del precio del barril conservador $ 40 permitiendo el manejo discrecional del excedente. Actualmente, los más de $ 12 que tiene de variación el precio promedio del barril representan casi 10 mil millones de $ en el año, sin embargo recurrimos a endeudamiento y se mantiene el incremento del IVA. Una asamblea independiente es la instancia donde se ponga la lupa en el manejo discrecional de esos excedentes y donde se tomen medidas que impriman dinamismo al país como aumentar el precio barril al menos un 10% a 15% permitiendo la asignación de recursos vía presupuesto y mantener fondos que amortigüen los períodos de crisis.

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