viernes, 23 de octubre de 2009

DIGNIDAD vs. AUTOCENSURA

Cuando empiezan a pasar cosas que nunca antes habían pasado y esas cosas se suceden en forma frecuente, una tras otra o día tras día que llegan a considerarse normales estamos en presencia de una revolución. Estupendo pensamiento que en los actuales momentos puede tener más de una interpretación. Resulta obvio y evidente que la salud no puede ser vista como una mercancía ni como un negocio. Analizar la salud desde el punto de vista del valor agregado y el valor percibido sería perverso, maquiavélico e inhumano; al momento de poner en juego la vida o la salud con un problema grave, tanto el valor agregado como el valor percibido se aproximan al infinito y todos estaríamos dispuestos a entregar cualquier bien o valor con tal de salvar la vida o recuperar la salud; pero, manipular con la salud mediante demagogia política no representa ninguna virtud, más aún cuando es uno de los deberes fundamentales de cualquier gobierno. Hablar de atención gratuita en los centros de Barrio Adentro porque a la gente no le cobran ni un centavo es una verdad a medias. Ese servicio si tiene un costo, lo que pasa es que es opaco al público porque lo asume el estado y da la apariencia de ser gratis, pero cada aparato, cada medicina, cada trabajador, cada cama, cada consulta y cada reactivo fue adquirido a un precio o un valor que asume el gobierno. En el sector privado cada uno de esos valores es aportado por un particular que de alguna manera necesita garantizar la reposición y el buen funcionamiento de los mismos, el costo de servicios públicos y la retribución por el uso del capital. La diferencia con gobiernos anteriores radica en los ingresos que se hayan podido obtener mediante la renta petrolera; en el pasado con menores ingresos o quizás por una menor sensibilidad social no se implementaron programas tan llamativos e impactantes, pero en justicia hay que decir, que si la política actual se hubiera articulado a través de los hospitales y centros ambulatorios del país con una complementación de algunos nuevos módulos de Barrio Adentro el resultado sería mejor, porque se hubiera promovido el empleo para el médico venezolano, no se hubieran abandonado los centros hospitalarios construídos durante años, se hubiera evitado la fuga de profesionales de alta formación y profesionalismo y no se hubiera roto la escalera en el capital humano medico que debe mantener recién graduados, personal en primeros estadios de ejercicio practico y personal de vasta experiencia y/o especialización. Todo no ha sido una maravilla, aunque es cierto que se ha implementado algo bueno que si se hubiera hecho sin sectarismo político, sin envidia y sin demagogia ha podido conducir a un sistema de salud de primera calidad. Los expertos evaluarán que niveles de atención y que proporción de la población se cubre en cada uno de los sistemas existentes para poder medir con propiedad la efectividad de cada uno, pero indudablemente habría un mejor servicio, si se hubiera apoyado ambos sistemas de atención publica simultánea y coordinadamente; incluso la inversión ha podido ser menor con solo pensar en mecanismos de control y supervisión del sistema publico existente, para evitar las conocidas corruptelas de tráfico de medicamentos y equipos. A vuelo de pájaro se hubieran ahorrado el traslado de los médicos cubanos, su manutención y la construcción de algunos centros hospitalarios. Tal vez la autocensura no permita una investigación seria, sólida y analítica de lo acontecido para demostrar las ineficiencias cometidas y el costo de las mismas, lo cual no quiere decir que no existan o que no se hayan cometido. Si se quiere ofrecer un servicio de salud más económico, bastaba con proponer acuerdos al sector privado y publico existente al inicio del gobierno, donde éste asumía los gastos de dotación de equipos, insumos, reactivos, lencería, camas, servicios públicos, repuestos, mantenimiento, reposición y/o obsolescencia y el centro asistencial si era privado cobraba las consultas y el tiempo de ejercicio en las operaciones. Eso reduciría sustancialmente el costo de la salud en el país y hubiera mantenido un país unido e integrado sin divisiones a capricho de alguien amargado o frustrado. Un combate frontal al flagelo de la inflación promoviendo la productividad, controlando el gasto publico y la liquidez monetaria también contribuiría a reducir el costo de la salud.
Retomando el pensamiento inicial, no es descabellado pensar que la actitud indolente e impotente de las autoridades del sector salud ante la crisis hospitalaria y en barrio adentro, que machaconamente era alertada por los medios de comunicación no fuera atacada a tiempo, porque cumplía con los criterios establecidos en él para la revolución: los hospitales estaban desabastecidos, inoperantes y abandonados cosa que nunca antes había ocurrido. Las denuncias y los casos se hicieron cada vez más frecuentes, se le añadió la fuga de los profesionales médicos que tampoco había ocurrido antes. Repentinamente se hizo un hecho normal que no hubiera ni curitas, gaza o algodón en los hospitales y que las parturientas dieran a luz en las calles. Las autoridades revolucionarias del área entendieron que la revolución avanzaba a paso de vencedores porque se cumplían las premisas del pensamiento citado. Tal vez la autocensura no permita que se le refresque la memoria a la población de cómo llegamos a donde estamos, pero ojalá la dignidad de los habitantes de la tierra del Libertador no sucumba al manoseo, a la manipulación y la demagogia política que ahora implementa el gobierno para salir del apuro ante la inminencia de las elecciones parlamentarias.
Algo similar ocurrió con la violencia y la inseguridad personal. Comienzan a producirse cada vez mas delitos violentos y mas muertes por arma de fuego, riñas, rencillas entre bandas, drogas, alcohol, etc. Las cifras se duplican y casi cuadruplican. Para el gobierno parece que es parte de la normalidad porque prácticamente es forzado a pronunciarse y tratar de articular medidas debido a la presión popular. Nuevamente luce impotente e incapaz ante la problemática, posiblemente porque se cumplían las condiciones establecidas por el líder máximo para la revolución.
El caso eléctrico es el más elocuente de los ejemplos. Aparecen los primeros apagones y se habla de sabotaje. Algo que nunca ocurría intempestivamente sucedió. A pesar del amedrentamiento se suceden más apagones, cada vez más frecuentes y se diseminan por toda la geografía nacional. El año pasado se nos dijo que había un desfase cercano a los 1000 megavatios entre la generación y la demanda que sería subsanado con tres o cuatro plantas termoeléctricas que aportarían cerca de 1300 megavatios en un año y se solucionaría el problema. El pueblo cayó, apoyó en las elecciones regionales al oficialismo y en la reelección indefinida, pero el problema se hizo mas frecuente y es prácticamente parte del día a día al menos una o dos horas sin luz. Las autoridades revolucionarias salieron de periplo, hicieron donaciones y regalos a otros países, pero ni una palabra sobre el problema eléctrico porque cumplía al pie de la letra la definición de revolución a paso de vencedores. Tanto ha sido la presión popular y tanto ha sido frecuencia de fallas que se han ofrecido 4000 megavatios en un año con inversiones en generación, transmisión y distribución. Todos deseamos que logren solucionar el problema, pero ante el estrepitoso engaño que resultó la oferta del año pasado y lo enredado que se vió chacumbele al hablar del caso surgen grandes dudas. La dignidad del venezolano no aguantaría una manipulación de esa magnitud con fines electorales. Cual será el costo político del racionamiento y el daño a los equipos eléctricos? Finalmente, causa confusión y es hasta contradictorio que mientras la AN negó la petición de discusión del problema de los apagones porque el gobierno estaba trabajando en eso, confirmando una sumisión y subordinación perruna al ejecutivo, éste responda nombrando a uno de sus integrantes como líder de la solución del problema. Si el diputado sabía como atacar el problema porque no se manifestó en la asamblea? Quizás estaba embelesado con los tantos acontecimientos en los cuales se cumplían las condiciones para identificar una revolución.
Si el manoseo y la sobadera descarada del ejecutivo no han corrompido la dignidad del pueblo venezolano, éste debería mostrar su disgusto y decepción tan pronto la alternativa democrática sea capaz de poner en la calle una propuesta de cambio democrática, social, eficiente, incluyente, autosotenible y que potencie las habilidades y oportunidades en las clases mas débiles para progresar y salir adelante.

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