martes, 16 de noviembre de 2010

BUENAS IDEAS, PÉSIMAS REALIZACIONES

Cuando el primer mandatario se sintió derrocado en 2002 y logró ser restituído en el poder gracias al comportamiento democrático de la población, apoyada por las FAN institucionales de aquel momento, decidió poner en práctica una serie de medidas que dieron origen a las misiones sociales, y gracias a las cuales, logró revertir el resultado adverso que presagiaba el revocatorio, amparándose en la triquiñuela de la extemporaneidad de la recolección de firmas para retrasarlo y poder oxigenarse, mientras se sentía el efecto de las medidas implementadas. Luego, comenzó a dominarlo la sensación agradable de los aplausos y lisonjas, perdiendo de vista en esa recién adquirida adicción, que el ser humano posee en el centro de su alma el fuego ardiente de la superación y la mejora personal a través del tiempo. Los años han pasado de manera inclemente, ya son casi 12 y el pueblo soberano comienza a sacar cuentas, entendiendo que han sido cuantiosos los recursos administrados por la nación durante la revolución de Chávez, pero a la población le ha tocado una migaja de ellos, como al mendigo Lázaro que se sentaba a recoger las sobras a los pies de la mesa del rico avariento en la parábola del Señor. ¿Qué es lo que ha pasado? Que el impacto inicial favorable se ha venido diluyendo en el tiempo, ante la comprensión de que el ciudadano común no es dueño o no controla ese alivio que le viene de las misiones, sino que se ha ido tornando en una realidad de mayor sumisión y dependencia a la que estaba antes. A través de ella se ejecuta el chantaje y la persecución para dominar la voluntad popular, lo cual es ampliamente resentido por el grueso de los venezolanos, que si bien agradecen el efecto positivo inicial de las medidas, aspiraban a su perfeccionamiento en el tiempo de manera de no depender del papá estado, sino de gozar de las condiciones que les permitieran usar sus habilidades y talentos para valerse por sí mismos. Esto no ha sucedido, sino que se ha magnificado en el tiempo la dependencia de los necesitados y excluídos respecto del estado venezolano. Por ejemplo, la Misión Barrio Adentro que tantas alegrías llevó a las barriadas venezolanas, se ha visto opacada por la cantidad de consultorios que han sido cerrados o abandonados por los médicos cubanos, bien por falta de recursos para mantenerlos, bien por sectarismo político que busca crear descontento contra los gobiernos en manos de la oposición, negándoles los recursos para operar las misiones con el objetivo de responsabilizarlos por ello, haciendo realidad la profecía de que si no votan por Chávez les van a quitar las misiones. Sí ese programa se hubiera articulado con la red hospitalaria existente de manera complementaria y se hubieran ejecutado oportunamente los mantenimientos a equipos e instalaciones, mientras se combatían las mafias señaladas por robar medicinas y equipos, seguramente los venezolanos disfrutaríamos de un sistema público de salud envidiable y no se hubieran fugado cerca de 10000 excelentes profesionales venezolanos de la medicina. La misión Mercal, atestigua un ejemplo similar de división y sectarismo político; en lugar de articular con los empresarios privados los procedimientos, de aprender de su experiencia en el medio y de aprovechar las redes de distribución existentes sacando provecho de la solidaridad y responsabilidad social del comerciante nacional, se ha preferido ir al despojo mediante las expropiaciones intentando desprestigiar al emprendedor venezolano, para ocultar el estruendoso fracaso de las medidas gubernamentales para contener la inflación y promover las actividades productivas. Como resultado, se ha desmantelado el aparato productivo nacional y se han incrementado las importaciones, porque ahora el gobierno no puede permitir que falte ningún alimento en la mesa venezolana, siendo él actor importante en el proceso de producción, y cuando le falla su proyecto de producción endógena, recurre a importar el rubro para maquillar la situación, manteniendo a una gran mayoría de los venezolanos engañados sobre el origen real de los alimentos que consumen. Es decir, en vez de conformar equipos de trabajo con los actores del sector agroalimentario nacional e internacional, buscando innovaciones en las variedades y/o razas en uso, de articular programas y procedimientos de producción de acuerdo a la agroecología de cada zona, organizar y combinar los recursos del país en una infraestructura agropecuaria eficiente al servicio de los productores y canalizar las experiencias exitosas del sector privado con formas de colaboración y asesoría, se decidió a competir con el sector empresarial privado tratando de sacar provecho de la división, malponiendo al sector privado al odio al etiquetarlo de especulador y hambreador de la población con tal de generar riqueza. De esa manera, se ha perdido una gran oportunidad en función de la inseguridad oficial, que ha preferido destruir y subutilizar instalaciones con tal de no tener al sector privado haciéndole sombra con sus éxitos, sin importar que dicha decisión sometiera al país a la dependencia agroalimentaria de la producción del empresario extranjero. En pocas palabras, el gobierno venezolano ha desvirtuado su función de ente regulador y promotor de la actividad productiva nacional, para asumir el rol de un productor más entrando en relaciones conflictivas y de competencia con los demás actores que hacen vida en la nación. Desde ese punto de vista competitivo no se puede actuar con justicia y se pierde la autoridad moral para regular y controlar, ya que se está haciendo uso ventajoso del poder del estado para desprestigiar a los productores nacionales, sin haber quemado la etapa de sentarse con los diferentes actores a entender las distintas actividades productivas de la nación. De haberlo hecho, se pudieran mostrar cifras describiendo detalladamente los diferentes costos y gastos en que deben incurrir los productores nacionales, así como los efectos que sobre ellos causan las medidas que ha venido tomando el alto gobierno. El análisis retrospectivo de la era “revolucionaria” muestra que lejos de potenciarse o estimularse los sectores productivos se han contraído y deprimido, lo cual obligaría a cualquiera con un mínimo de sentido común a revisar la efectividad e idoneidad de las medidas tomadas. El no hacerlo luego de tantos años solo evidencia el sectarismo político y la intención de privilegiar la ideología comunista por encima del bienestar de la población venezolana. Los ejemplos que atestiguan esa aseveración abundan; el más reciente el pago de las utilidades fraccionadas en tres partes subordinando la necesidad del trabajador al interés gubernamental de no alcanzar el 30% de inflación anual, al reducir la presión de la demanda sobre el flagelo inflacionario. De cualquier forma el resultado siempre va a estar más cerca de las predicciones de la oposición que de los estimados oficiales, pero se le limita el disfrute al venezolano de su Navidad en familia, al ahorcarlo económicamente en una época de tanto consumo. Por último una breve referencia al nuevo ascenso a Gral. en Jefe gracias a sus declaraciones subordinando la Fanb al proyecto comunista, lo cual no deja de ser contradictorio con la raíz bolivariana de la moral revolucionaria, considerando que cuando El Libertador inició la Campaña Admirable tenía el cargo de Coronel, se ganó en batallas su promoción a Brigadier General y al culminarla exitosamente luego de incontables batallas y escaramuzas, le fue otorgado el título de Capitán General y Libertador. Algo similar ocurrió con José Félix Ribas, su tío político, quien inicia la mencionada gesta como Coronel y al culminarla ostentaba el cargo de Mariscal de campo, mientras que Rafael Urdaneta quien se incorporó como Mayor, al liberar a Caracas al final de esa gloriosa campaña, ya era Brigadier. Las comparaciones son odiosas, pero los que se llaman a sí mismos bolivarianos, deberían ser respetuosos de esa gesta y el valor que acompañaba a los adalides de la independencia venezolana. Hoy en día basta un discurso sumiso para alcanzar un ascenso, cuando los venezolanos aspiraríamos a que los “nuevos bolivarianos” se ganaran sus tiras, galones y estrellas derrotando la guerrilla que atemoriza a los productores del campo y sometiendo a las bandas que secuestran y ultiman venezolanos en la mayoría de las ciudades de nuestra geografía. Esa es la independencia que hay que conquistar en nuestros tiempos. Vayan sabiendo los “nuevos bolivarianos” que la historia les tiene en frente el reto que pondrá a prueba su fibra ética y su moral bolivariana, cuando tengan que decidir, entre seguir al Comandante en Jefe y su lugar teniente o reencontrarse con la gloria del Libertador en la frase “Maldito el soldado que vuelva las armas contra su pueblo”, que seguramente decidirá mayoritariamente en 2012 la rectificación del rumbo. No hay que precipitarse compañeros de armas, no caigamos en provocaciones, es necesario que permanezcamos mimetizados tanto en la Fanb como en la milicia, para que tengamos como hacer respetar la expresión de la voluntad popular en esa fiesta democrática. La consigna revisión, rectificación y reimpulso como lo dice una de sus fases, implica rectificación del rumbo, no hacerlo es redoblar el paso hacia el fracaso gracias a la obstinación del líder y la sumisión de sus colaboradores. El destino parece decirle a los venezolanos que la claridad fulgurante de la estrella que acompañó al Libertador no acompaña o dejó de acompañar al profeta del desastre. La desfachatez con que se anuncia la nueva modalidad de pago de aguinaldos, cuando se ha recibido la bicoca de 18615 millones de dólares a 25185 millones de dólares en el 2010 por excedente petrolero del precio del barril sobre el precio presupuestado así lo pone de manifiesto.

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