lunes, 8 de febrero de 2010

NO AL REVOCATORIO…POR AHORA

Pareciera que la suerte que acompañó al primer magistrado en sus victorias pasadas lo ha abandonado en los últimos meses y nada parece salirle bien. Desde la caída del precio del barril petrolero ha venido experimentando una seguidilla de situaciones adversas, que han comprometido su credibilidad y mermado su popularidad. Independientemente de la situación en que se meta no logra revertir la tendencia a la baja ni el rechazo que sus intervenciones fomentan en los ciudadanos. Sus arrebatos comunistas si bien le han ganado temporalmente posiciones para exhibirlas como victorias no le aportan popularidad. Una posible explicación pudiera encontrarse en su estrategia de rodearse de sumisos y serviles, sin el valor necesario para acometer iniciativas o argumentar puntos de vista diferentes al suyo, pero con una gran disposición y vocación a reírle y aplaudirle sus ocurrencias mientras calientan la silla durante los maratones dominicales y las cadenas entre semana. Ese panorama desfavorable lo ha llevado a solicitar, casi a ordenar, que le convoquen un revocatorio donde pueda definirse si realmente ha perdido la calle y tanto las protestas de los estudiantes, como los reclamos de los sectores laborales lo han desplazado en la interpretación del sentir del venezolano. Lamentablemente para él, los venezolanos no olvidan el vil y triste uso que permitió el líder rojito de las planillas con las firmas para convocar el revocatorio en 2004, elaborando la lista Tascón para amedrentar, amenazar y perseguir a los que se atrevieron a oponerse a su gobierno. Esa figura del revocatorio quedó prácticamente de adorno en la bolivariana, luego de tan aberrante uso de la participación popular. Si el comandante presidente necesita el revocatorio como medio para tratar de levantar su popularidad y polarizar al país, para que pueda lograr algún efecto portavión sobre sus candidatos a la AN, tendrá que convocárselo el mismo. Otro aspecto importante del revocatorio es que solo puede ser convocado una vez por período y desde el punto de vista militar, hay una máxima que recomienda ir al combate en las condiciones más favorables que se puedan conseguir, por tanto, al ejecutivo le conviene que la oposición queme esa carta ahora y no la pueda jugar después, cuando pueda experimentar mayor deterioro de su gestión por los efectos de la devaluación y la crisis eléctrica. La oposición no debe abandonar su posición prudente focalizada en las elecciones parlamentarias y debe dejar pasar la provocación del revocatorio, que busca distraerla del objetivo mencionado y busca añadir perturbación, división de criterios y esfuerzos en la recién nacida y débil propuesta de la unidad. Águila no caza moscas. No tiene sentido convocar un revocatorio con las instituciones secuestradas por el ejecutivo, sería entregar información clave y estratégica mientras se desperdicia un tiempo y esfuerzo valioso con miras a las parlamentarias. Tiene mucha más lógica recuperar posiciones en la AN para desde allí liderizar la recuperación de la autonomía de las instituciones, que en un futuro puedan garantizar al ciudadano el ejercicio de su derecho al revocatorio sin represalias ni amenazas. El frío comienza recorrer el espinazo del primer mandatario haciéndolo cometer desatino tras desatino. Primero fue la amenaza de la violencia y la guerra si llegara a perder la AN. Quien tiene el monopolio de las armas en el país? Como puede crear violencia una población desarmada e indefensa? O sería que se le escapó su intención de desconocer un resultado adverso en las parlamentarias. Esa misma amenaza fue proferida en las elecciones regionales si perdían Miranda, Carabobo, Caracas, Etc. y la oposición demostró que está decidida a transitar la vía democrática. El gobierno jugó la carta de la provocación arrebatando competencias, despojando de atribuciones, pero la oposición resistió estoicamente a pie juntillas y se hizo mártir de la democracia. Luego vino el desconocimiento del clamor popular por la inseguridad, atribuyéndolo a campañas mediáticas de los medios de comunicación o a violencia importada, para terminar reconociendo la situación e implementando planes para tratar de combatirla. Si el control del ingreso al país lo tiene el estado quien puede importar violencia o permitir el acceso de delincuentes extranjeros si no es el mismo gobierno. Quizás el cubano viene a asesorar en esa materia y no se atreven a reconocerlo públicamente. Finalmente, se desconoció la crisis eléctrica diciendo que no había crisis sino un “problema eléctrico” para restarle importancia y ahora vienen equipos de otros países a tratar de aportar soluciones. La llegada de estos emisarios pone al descubierto varias cosas: la incapacidad del gobierno para solventar la situación, su intención de minimizar u ocultar la magnitud del “problema” a la población, la pérdida de soberanía al abrir un sector estratégico como ése a países extranjeros y la desesperación en el alto gobierno ante lo que se le viene encima. Las declaraciones de las últimas semanas del ejecutivo y sus cercanos colaboradores, atribuyendo el “problema” al fenómeno climático del niño restándole importancia, ponen al descubierto su ignorancia en el tema, su sectarismo hacia la opinión de venezolanos con dilatadas trayectorias en el sector eléctrico y su subordinación a los acentos cubanos y argentinos. Mientras sus expertos eran incapaces de reconocer la magnitud del problema, las delegaciones extranjeras parecieran reconocer la gravedad del mismo, sino de que otra manera se puede interpretar que decidan enviar sus equipos para atacar un problema menor o será que al gobierno le da pena reconocer ante la opinión pública venezolana, que despreció la opinión de los venezolanos y decidió pedir ayuda al exterior. Se complica el panorama para los rojos rojitos y si no se hubiera aprobado la reelección continua, seguramente a estas alturas la nave roja se hundiría cual barco magallanero y muchos de sus colaboradores asumirían posiciones autónomas y dignas en pro de la nación ante la caducidad de su portavión que comienza a ponerse “piche”. Ahora más que nunca se hace evidente la importancia capital de la unidad hacia las parlamentarias, con miras a retomar una mayoría demócrata e independiente para posibilitar que se enrumbe la nación hacia una senda de progreso y prosperidad. El discurso presidencial ha estado repleto en los últimos meses de reconocimiento de los errores cometidos, se ha llegado a decir que han sido bastantes o muchos, sin embargo, se mantienen las mismas figuras como titulares del equipo. Sin un cambio de visión, de pensamiento y de actitud difícilmente se logre eliminar los errores o evitar repetirlos; se requiere reflexión, constricción y sintonía con la realidad y el mundo moderno unidos a la capacidad, experticia y deseo de superación para hacer las cosas cada vez mejor. Por ahora esas características no abundan en la “revolución bonita”

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