martes, 20 de abril de 2010

HACIA QUE IGUALDAD VAMOS?

La igualdad como valor universal es una meta perseguida por todas las sociedades para garantizar el acceso a la justicia, a los servicios públicos, a las oportunidades de empleo y educación, así como a los derechos y deberes consagrados en la carta magna. Sin embargo, hay una consideración, tal vez semántica sobre el asunto, que radica en definir si vamos hacia una igualación de los ciudadanos hacia arriba, es decir mejorando sus condiciones y calidad de vida o es una igualación hacia abajo, donde se deteriora la calidad de vida de un grupo poblacional en beneficio del otro. Desde este último punto de vista pudiera pensarse incluso, si vamos hacia una igualdad con la tan cacareada 4ta. República, donde unos eran más iguales que otros y en la cual ciertos “grupos favoritos” gozaban de privilegios y derechos inaccesibles negados al ciudadano común. Ya han pasado 11 años y todavía se observan groseras diferencias entre los paquetes salariales de los altos cargos públicos y el salario mínimo del mortal común. Igualmente ocurre, o al menos es la sensación que se percibe, con ciertos funcionarios que van de un cargo a otro, acumulan cargos y responsabilidades, forman parte de juntas directivas de organismos e instituciones y adicionalmente les solicitan informes e investigaciones. Lo cual obliga cuando menos a preguntarse, si todos somos iguales como es que unos tienen tantas atribuciones y tareas y otros andan desempleados o en la buhonería, inventándose algo que hacer para ganarse la vida. Ni siquiera es que los resultados de los “consentidos” son relumbrantes y descollantes, por el contrario, han sido tan pálidos y escuálidos, que cualquiera pudiera haber hecho lo mismo o quizás más. Ha sido tan notorio y prominente ese proceder, que obliga a cuestionar si el mantenimiento de cierta casta política en el disfrute de los dineros públicos, negando la pregonada participación e igualdad a través de la no consideración de diferentes nombres, ideas y propuestas, no será un mecanismo para condicionar la lealtad y el compromiso con ciertas posiciones y decisiones políticas, sacrificando el interés nacional que reclama mayor capacidad realizadora y de gestión. En un comportamiento similar se desenvuelve la aplicación de justicia, dependiendo de quien la accione o active se producen las actuaciones judiciales; cuando quien denuncia o acusa está “bien conectado” la celeridad de los mecanismos de la justicia deja perplejo al más pintado y se convierte en la envidia de los sistemas judiciales más avanzados del mundo. Por el contrario, si la activa Juan Bimba la lentitud, la modorra y el achante se convierten en sus principales atributos. Ni hablar si se intenta proceder contra el estado, entonces casi desaparece y todos los trámites se hacen eternos, se convierte en un morrocoy cojo que exaspera y desanima a cualquiera. Es tan evidente esa conducta que muchos aplauden la Misión Milagro, señalando que en Venezuela hasta la justicia fue a Cuba y dejó de ser ciega, reconociendo que bajo la bandera de la libertad el estado se rebela y desconoce cualquier sanción de entes internacionales, mientras sus ciudadanos dan ejemplo de civismo aceptando modificaciones en las leyes que controlan su vida al detalle. Solo un soquete o soqueta se sometería al nuevo marco jurídico sabiendo que el estado se agarra del comodín de la soberanía y la libertad, para no acatar sus compromisos con la legislación internacional. Otra muestra evidente de la igualdad, se observa en el acceso a los medios de comunicación oficiales para denunciar irregularidades o insatisfacciones con el proceder del gobierno; difícilmente se encuentran espacios en dichos medios que son de todos los venezolanos, donde se pueda debatir o opinar libremente sobre las decisiones del poder político, mientras sobran funcionarios, voceros del partido y simpatizantes que puedan expresarse de manera privilegiada siempre y cuando le hagan coro a la propaganda oficial. Nuevamente hay que cuestionar si no debería el estado dar el ejemplo presentando paneles con opiniones diversas, que permitan balancear la información y aproximarse a la realidad.
Siguiendo con el análisis de la pretendida igualdad, no puede pasarse por alto el tratamiento que reciben y los resultados que obtienen las empresas administradas por el estado y el resto del sistema empresarial venezolano. Ahí observamos que mientras las empresas catalogadas de capitalistas y especuladoras aportan al erario público a través del pago del ISLR, hasta el momento no se tienen argumentos de cuanto aportan las llamadas empresas socialistas. Quizás son tan listas, al menos dan pie para esa sospecha, que viven a expensas del aporte de las empresas capitalistas, lo cual ineludiblemente lleva al siguiente cuestionamiento: Puede el socialismo del siglo 21 autosustentarse si destruye el capitalismo? Hasta ahora la única empresa que medianamente da la talla bajo la gestión rojita es Pdvsa y alguna que otra expropiada o confiscada, según aplique, que requieren ser evaluadas bajo la administración oficial 2-3 años, para distinguir que es cosecha de la administración anterior y que pertenece a su actual gestión. Para muestra el botón de las areperas socialistas que está recién brotado y del cual se vanagloriaba el gobierno, de que no perdía dinero con el precio de Bsf 5 c/u y había puesto al descubierto la especulación capitalista. Súbitamente sale la noticia de un aumento de las mismas a Bsf 7.50 c/u, lo cual representa un 50% sobre su precio anterior sin haber transcurrido un año desde que fueron inauguradas. Si la inflación el año anterior fue de 25.1% según las fuentes oficiales, no ha transcurrido un año desde que empezaron a trabajar y en lo que va de año la inflación no llega a 10% como se explica ese aumento del 50%? Si el gobierno ha dicho que la inflación es especulativa, porque una de sus empresas sube sus precios al público por encima de la inflación acumulada; que tipo de mensaje está tratando de enviarle al consumidor y a las empresas capitalistas sobre la igualdad con ese proceder. Quizás que las areperas socialistas comienzan a parecerse a las areperas capitalistas, o será tal vez, que hay en agenda una visita del Indepabis a las areperas socialistas para revisar la subida de precio, considerando que hasta hace poco se nos decía que no perdían dinero. Incluso, podría ser un reconocimiento tácito del efecto de la inflación, tan señalado por el sector privado pero invisible para el sector oficial. Sería impensable hablar de un error en los detallados y calculados costos de las actividades productivas que tiene el gobierno, considerando la simpleza de producir una arepa, en comparación con otras actividades como la siderúrgica, la agricultura, la cadena Éxito, Venepal, Bancos, etc. Ejemplos de contrasentidos como ese abundan, desde reclamos laborales a la AN de trabajadores despedidos que consideran sus derechos irrespetados; cosa grave, considerando que la AN hace las leyes y debería dar el ejemplo cumpliéndolas, hasta descuidos en los mantenimientos de las plantas y los planes de inversiones o descalificación de los que abandonan el Psuv como traidores y desertores, mientras se pide a los militantes de otros partidos que renuncien y se incorporen al Psuv. Serán recibidos con los brazos abiertos y premios secundarios como el aplauso de las masas o alguna palmadita en público, pero siempre tendrán a etiqueta que le ponen al que los abandona, o será sensato pensar que a ellos los catalogarán diferente por hacer lo mismo. Finalmente, el gobierno de la participación popular y de la transferencia del poder a las comunidades, dijo recientemente que era verdad que se le enviaba “algo” de petróleo a Cuba, pero no tuvo las botas, ni las insignias ni charreteras para cuantificar el monto, con lo cual obliga al ciudadano de a pie a imaginar cifras y echar cuentas para darse una idea de cuanto cuesta un médico cubano. Pensemos en 50000 barriles/d como cifra modesta (pudiera ser más considerando que la refinería cubana tenía capacidad para 100000 b/d). El sentido común indica que esa cantidad de barriles a un precio de mercado de 40$/barril, tal cual está en el presupuesto nacional de manera conservadora, representa cerca de 2028 $/mes por médico cubano en el país. Si se usa el precio actual de mercado estaríamos hablando de cerca de 3550 $/mes por médico cubano en el país. Valdría la pena preguntarse si en nombre de la cacareada igualdad, se les ha ofrecido una suma similar a los médicos venezolanos que han buscado mejores horizontes en el exterior o si incluso, los que trabajan aquí en el sector público disfrutan ese tipo de emolumentos. Si tanto se ama y adora al pueblo por que no le presentan las cuentas claras y detalladas o por que no le dan la igualdad de oportunidad con los cubanos? Esos casos son los que llevan a preguntarse de que igualdad hablamos o hacia que igualdad vamos?

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